viernes, 23 de septiembre de 2011

domingo, 18 de septiembre de 2011

Sin existencialismos ni gilipolleces


Voy dejando pasar los días mientras espero los resultados de los exámenes, esperando desesperadamente a que alguien cuelgue las respuestas. Y, a la vez, preparándome para lo mejor, luchando por no volverme loca con los horarios de las futuras clases a las que asistiré. ¿Cómo es posible que nadie me haya avisado de lo difícil que es comprender los horarios de la universidad y cuadrar las asignaturas que eliges para que no coincidan unas con otras? 

Entre búsqueda incesante de exámenes y plantillas incomprensibles de horarios, ayer me fui al cine a ver una película de la que no sabía nada excepto que trabajaban Brad Pitt y Sean Penn, El árbol de la vida. Aburrió soberanamente a mi acompañante y, al parecer, a varios espectadores de la sala que se salieron durante la proyección. Digo al parecer porque yo estaba tan metida en la película que ni me enteré. Es larga y extraña, muy extraña. Salí del cine con una sensación parecida a la que me provocó una película que me gustó mucho: El nuevo mundo. Ambas son del mismo director, Terrence Malick. No sé cómo explicarlo sin quedar muy pedante, así que les dejo lo de las sensaciones a los críticos de cine y  yo me centro en lo que más me gustó. Las maravillosas imágenes del mundo, del universo, ¡Y hasta de dinosaurios! que recuerdan a un documental de esos que le dejan a uno boquiabierto, por un lado, y con una sensación de vértigo, por otro. Me entusiasmó también cómo transmite las vivencias y las emociones -¡Bendito diccionario de sinónimos!- de la infancia. 

Después del cine y para celebrar el fin de exámenes, con muchas ganas de hacer un poco de vida social después de dos meses de reclusión prácticamente absoluta, nos fuimos a tomar unos mojitos a la terraza de un bar desde el que vimos los fuegos artificiales de Villaviciosa de Odón. Sin planearlo, que es como mejor salen las cosas, acabamos con otros amigos en un karaoke en el que, por supuesto, no canté y, sin saber cómo, hoy estoy afónica. Aunque quizá tenga algo que ver eso de haber llegado a casa a las seis de la mañana y haber dormido tres horas.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Primer día PAU septiembre 2011


 
-Me he despertado a las 4, 5:23 y 6:36 am. Las tres veces con un susto tremendo porque pensaba que me había dormido y que llegaba tarde.

-Me ha llevado mi madre en coche al primer examen y hemos visto un pobre zorrito atropellado. Me he puesto a llorar. He entrado en pánico. Le he dicho que era una señal (¿¿¡¡YO HABLANDO DE SEÑALES!!??) y ha tenido que parar el coche porque pensaba que iba a vomitar. Al final no he vomitado, hoy...

-Antes de que repartieran el primer examen la chica que estaba sentada a mi lado y yo hemos cruzado miradas. Era una jovencita con cara dulce que me ha sonreído y me ha dicho "suerte" a lo que yo he estado a punto de tirarme al suelo y decirle "socorro, tengo pánico, ¿qué crees que va a caer? esto es el fin...". Pero me he controlado, he respirado hondo y le he dicho "gracias, igualmente".

-A la salida del primer examen me he estampado (LITERALMENTE) con una puerta de cristal que no se abría, se abría su hermana gemela que estaba un poco más allá y  todo esto ha ocurrido bajo la atenta mirada de unos 100 adolescentes. Lo curioso es que aquí no he perdido mi amor propio.

-Lo he perdido cuando a la salida del segundo examen he ido a beber agua, delante de otros 100 adolescentes (rezo porque no fueran los mismos de antes), no he calculado bien la distancia entre mi boca y la botella y me he tirado por encima medio litro de agua. Hoy he agradecido el sol de justicia que hacía por primera vez desde mayo.

Y, por hoy, esto ha sido todo, menos mal. A dormir. Queda latín, historia del arte y griego.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Algunos le llaman PAU

Otros Selectividad. Pero debería llamarse "Pague 81'68€ para que le enseñemos a vomitar y a llorar a la vez". 
 A 15 horas del primer examen me pregunto cuántas personas estarán estudiando en este momento y la respuesta no sé si me reconforta o me agobia aún más. Maldita Amélie Poulain que nos hizo pensar en lo que hacen los demás...
 ¡SOCORRO Y AUXILIO! Para no dejar cabos sueltos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Miccionando a lo Tom Hanks


No tomo prácticamente medicamentos, única y exclusivamente cuando es imprescindible, o cuando una situación requiere medidas efectivas a corto plazo. Sí, me encuentro en una de ellas. El martes por la noche empecé a notar síntomas extraños y, hoy por la mañana, he ido al médico. Tras una hora de espera en la consulta, y muchas ganas contenidas de ahogar con mis propias manos al señor que tenía sentado a mi lado, porque respiraba como si fuera un buey, la doctora me ha recetado un antibiótico y me ha dicho que tengo una infección de orina. Nunca había tenido una antes. Mi único conocimiento sobre ellas se basaba en el recuerdo de las expresiones y gritos de dolor de Tom Hanks en La Milla Verde. Que, por cierto, dicho sea de paso, o soy un machote comparado con él o las infecciones de orina masculinas son bastante peores que las femeninas. El caso es que, dándole vueltas a esta idea de cosas que nunca antes me habían pasado -porque esta semana, como ya sabéis, también me ha pasado algo nuevo, ¡por fin he aprobado el maldito curso!-, he llegado a la conclusión de que tampoco me he roto nunca ningún hueso, ni me ha tocado nunca la lotería. Así que, como buena temeraria que soy, he decidido que si alguien me garantiza que me van a tocar muchos millones (de euros, se entiende), la semana que viene me rompo el estribo sin pedir nada más a cambio. Porque soy temeraria sí, pero no idiota, o acaso pensabais que iba a cambiar mi precioso fémur por unos milloncitos de nada: JÁ.

Mi emocionante tarde ha consistido en más de ocho horas con mis preciosos apuntes, haciendo un repaso de la literatura española de los tres últimos siglos y memorizando las cuatro valoraciones críticas de las obras que he leído este curso. Levantándome a hacer pis cada diez minutos y mareando a mi madre con los posibles efectos secundarios del tratamiento. -Mi madre me tiene prohibido leer los prospectos de los medicamentos porque cuando lo hago, como buena hipocondríaca patológica, me paso el día diciendo cosas como: “Mira, mira, ¿esto de aquí es un sarpullido?” o “Mira, mira el corazón se me va a salir, esto no es normal” o, como hace un rato, “Mamá, ¿por qué pone aquí que puede comprometer mi vida?” Vamos, hombre, no me jodas, es que eso debería estar prohibido ponerlo.- Menos mal que Paco Ibáñez siempre está ahí para cantarme poemas de Alberti, Neruda, Blas de otero o Brassens.

martes, 6 de septiembre de 2011

Conseguido

La imagen de la que habla Steve Jobs en su discurso del año 2005 de la universidad de Stanford

Un paso más cerca de la universidad. Con el título de bachillerato en una mano, previo pago de 49'98€, y la matrícula para selectividad en la otra, previo pago de 81'68€, ahora toca el apretón final para llegar al próximo lunes y miércoles al cien por cien. 

Por cierto, to whom it may concern, al final parece ser que entendí algo. Me preguntaron por el dualismo gnoseológico de Platón, el Método de Descartes, el problema del conocimiento en Kant, el Eterno Retorno y el Superhombre de Nieztsche y he sacado un 7. Eso sí, en historia confundí el epígrafe de La integración de las canarias y la aproximación a Portugal con el de Gobierno y administración en el imperio colonial. Lo que me salvó y me llevó al 6 fueron los tres folios que rellené con el Panorama general del reinado de Alfonso XIII. Intentos de modernización. El Regeneracionismo. Crisis y quiebra de la Restauración y la Guerra de Marruecos.

Gracias a todos por los ánimos y las neuronas virtuales.