viernes, 31 de diciembre de 2010

Con clientes y a lo loco

Acabo el 2010, y empiezo el 2011, con tres días libres: hoy, mañana y pasado. Ya era hora porque, madre mía, se me había olvidado lo cansado que es trabajar. La verdad es que el trabajo en sí no está mal y los compañeros son majos. Pero las navidades en el centro son una locura. No son tan brutales como hace años cuando había tanta gente que los de seguridad cerraban las puertas de entrada y hasta paraban las escaleras mecánicas. Pero sigue siendo agobiante, ya no durante todo el día, sólo durante las "horas puntas", que son esos momentos en los que tardas diez minutos en atravesar diez metros de la librería y todos los clientes con los que te cruzas tienen "una pregunta rápida" que hacerte y, al final, te conviertes en la locomotora de un tren humano hecho de clientes que vas dejando estacionados a cada lado.

Resulta imposible olvidarse de las fechas en las que estamos, no sólo por la cantidad de gente sino también por el vestuario de algunos de los clientes. Vienen con las características pelucas o tocados navideños y es, en ese momento, cuando resulta tremendamente difícil indicarle a alguien donde puede encontrar los libros de sociología porque no sabes si mirar a los ojos del cliente o a los del reno que lleva en la cabeza. Otros son majos, incluso agradables: te saludan, se despiden, dan las gracias, hacen bromas, te desean feliz año y si perciben que estás cansado, te dan animos para la tarde o, como me ha ocurrido en los últimos cuatro días, cuando han visto que estaba resfriada ¡hasta me han dicho "que te mejores"! Lo cual alegra y hace olvidar a los que no saludan, no dan las gracias, no se despiden y, encima, se enfadan por cosas sin sentido. El otro día, por ejemplo, un señor quería ver juntos todos los libros que tiene publicados una editorial que se llama Reino de Redonda y no le entraba en la cabeza que nuestra librería no estuviera ordenada por editorial sino por temática, a lo que él concluyó "pues vaya mierda y gracias por nada, eh". Me dieron ganas de decirle alguna barbaridad pero me corté, por educación, claro, y sólo me imaginé a mi misma diciéndole muy educadamente: "Oiga, mire, seleccione los títulos que le interesen, vuelva cuando los tenga y yo se los busco encantada de la vida". Y no, no voy a mencionar nada más al respecto. Aunque sí, yo también creo que el cliente en cuestión era un toca pelotas enviado especialmente por mi gran amigo el señor Marías que, según tengo entendido, no está muy contento con lo que escribo sobre él.


No puedo obviar al tercer grupo de clientes, no son ni los majos ni los no majos. Este grupo es el que causa asombro entre los vendedores del mundo entero, no sólo de los libreros, sino de los vendedores de cualquier gremio. Son los que provocan que tengamos anécdotas para parar un tren. Se trata de los ... , no, no puedo, no sé cómo llamarlos. Son aquellos que no saben nada. Algunos, por ejemplo, quieren un libro del que sólo saben que es azul y que habla de algo que tuvo mucho éxito pero no saben exactamente si es novela o ensayo, si es una novela policíaca o un texto filosófico y, por supuesto, ni hablamos de título, autor o editor. Dentro de este grupo también están los que escenifican lo que buscan. Son buenísimos y nos hacen pasar momentos imborrables. El otro día un chico buscaba un libro con la obra de un pintor "del que sólo sé que tiene un cuadro que es así" y, ni corto ni perezoso, se puso las manos a ambos lados de la cara con la boca abierta haciendo El Grito de Munch sin esperar ni siquiera una propina a cambio, que digo yo que es lo mínimo que les debemos porque es como si los mimos del Parque del Retiro vinieran a casa gratis. Todos ellos me enternecen, me sorprenden, pero me enternecen y nos ayudan a reírnos siempre, nunca a su costa, eso sí. Son tan variopintos que pueden ser de todas las edades y sexos y, si sabes manejarlos, consigues hasta que ellos mismos se reían y decidan ir a investigar por su cuenta y volver con más datos en otro momento. Lo sorprendente es que en algunos casos no es necesario, en algunos casos averiguamos lo que quieren. Por imposible que parezca, a veces, damos con el libro en cuestión. Nos lo ponen difícil porque cambian los títulos, mezclan los autores y juran y perjuran que lo vieron en una sección que finalmente nunca corresponde con la que es en realidad. Y cuando eso sucede, cuando lo conseguimos, lo conseguimos juntando las neuronas de tres o cuatro vendedores, eso sí, y todos, vendedores y clientes, quedamos enormemente satisfechos.

También estamos nosotros, los vendedores, que muchos somos para echarnos de comer a parte. Algunos somos bordes, otros ni miramos a los ojos y, a veces, incluso hasta estamos cansados, vamos que todos somos humanos: ellos y nosotros. A veces les indicamos que lo que buscan está en una planta y una hora después te vuelves a cruzar con él y te dice "hija, llevo una hora dando vueltas, nadie sabe donde está lo que busco y estoy ya mareada de subir y bajar". Esto en el caso de la gente maja, lo que dicen los que no son majos en estas circunstancias no lo quiero, ni puedo, reproducir, ya me entendéis. Y digo que somos también para echarnos de comer a parte porque yo, por ejemplo, el otro día me pase toda la tarde con los oídos taponados por culpa de mi estupendo resfriado y, claro, no sabía si hablaba muy alto o muy bajo pero lo que estaba claro es que a los que me venían a preguntar algo y me hablaban bajo no les oía nada porque a un pobre chico le pedí que me confirmara si el Thomas de "Rey Thomas" del título que me indicaba se escribía con "Th" o con "T". Cuando lo que él buscaba era Rizoma. Enunciado matemático: Rizoma + oídos taponados = Rey Thomas de Deleuze, de toda la vida de Dios. Menos mal que luego le encontré a la primera otros dos libros que buscaba del mismo autor e hicimos bromas al respecto de mi confusión y, de paso, del color de mi nariz. 

En definitiva, con humor, paciencia y tranquilidad nada de todo lo que pasa en la tienda resulta tan grave y, al final del día, llegas a casa y descansas como un bendito. Bueno, la mayoría de nosotros, porque unos niños que fueron con su madre a comprar las lecturas graduadas que les habían mandado de deberes para leer en las vacaciones no sé yo si durmieron esa noche tan tranquilos. La situación fue la siguiente, estábamos una compañera y yo en el punto de información, yo buscaba los títulos de inglés para los hijos de dicha señora ante la atenta mirada de los tres (ella y sus dos hijos de unos 6 y 8 años). Mientras mi compañera buscaba un libro para otra señora. El libro que buscaba mi compañera se nos había terminado y le indicó que se lo podíamos encargar y, ¡en qué momento!, la señora preguntó, sin percatarse de la presencia de los menores: "¿Cuánto tardaría en llegar? Porque lo quiero para un regalo de Reyes y si no llega no me interesa". Los niños lo oyeron y pusieron un gesto extraño. Confiemos en que la madre ejerciera sus funciones a la perfección y fuera capaz de salir del embolao airosa y que los niños puedan seguir creyendo, al menos un año más, en los Reyes porque sino el año que viene tendremos otros dos clientes más que vendrán a por sus propios regalos y los niños son mucho más exigentes que los mayores.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Bon appétit!

Cuando me preguntan que qué planes tengo para pasar estas fechas siempre suelo decir que en mi casa no celebramos la Navidad desde que dejé de ser una niña. Pero ¿qué significa celebrar la Navidad? Si entendemos celebrar la Navidad por celebrar la natividad, es decir, el nacimiento del tal Jesús de Nazaret no sólo no la celebramos "desde hace algunos años" sino que no la hemos celebrado nunca. Lo que sí hemos hecho ha sido reunirnos mis padres, mis abuelos, mi tía y yo para cenar juntos el día 24 y para comer el 25. Cuando yo era muy pequeña nos reuníamos en la antigua casa de mis abuelos en Vallecas, a partir de mis ocho años de edad y hasta los dieciséis años nos reuníamos en nuestra antigua casa de Arapiles y desde que vivimos en este santo pueblo del noroeste de Madrid nos reunimos aquí. Algunos años mis abuelos han cenado en su casa de Asturias y nosotros hemos cenado solos. De cualquiera de las formas siempre ha sido un día más, como cualquier otro domingo en el que comemos juntos. Nunca ha habido villancicos y desde que soy "adulta" lo de los regalos ha ido desapareciendo poco a poco. Y es que regalarse cosas en estas fechas nos parece que tiene menos gracia que regalarse cosas durante el año. Yo, por ejemplo, prefiero una sorpresa un martes cualquiera de noviembre, febrero o marzo con unos pantalones, un libro, un dvd o unas pedazo de botas Bestard para mi cumpleaños (no soy tonta ni ná', ¡qué va!).

Sin embargo, cuando era pequeña era otra cosa. No sólo eran semanas sin cole en las que poder estar con mis padres es que, encima, venía Papá Noel y luego los Reyes Magos. Recuerdo perfectamente los nervios con los que me iba a dormir las noches previas: las mañanas del 25 de diciembre y del 6 de enero han debido de ser los días del año en los que más he madrugado de pequeña. Saltaba de la cama a las 7 u 8 de la mañana y me iba directa a buscar regalos por la casa y luego a despertar a mis padres. Los sacaba de la cama y, en pijama, y con las marcas de las sábanas aún en la cara, alucinaba con las huellas de los dientes que los camellos de los Reyes Magos habían dejado en las zanahorias, con los restos del roscón que habían dejado Melchor, Gaspar y Baltasar y con los vasos de agua medio vacíos con los labios de sus Majestades aún señalados. Luego venían los regalos debajo del árbol, a veces, otras, escondidos por toda la casa con carteles y pistas que me hacían ir de uno a otro. Y, por la tarde, el chocolate a la taza y el roscón de reyes casero mientras disfrutaba de los regalos nuevos. Me resulta increíble pensar en cómo creía ciegamente en todo aquello y cómo pasamos de creer de esa forma en cosas como los Reyes o el Ratoncito Pérez a no creer a los demás. Pero, en fin, esa es otra historia.


Éste año no habrá nada de eso, pero sí ha habido y habrá una mesa con delicioso pavo asado y relleno de castañas. Porque aquí no celebraremos nada y no creeremos en muchas cosas pero sí que creemos en la comida y disfrutamos de ella como yo disfrutaba de las mañanas de regalos y visitas reales. Además, este año, como plus, hemos tenido un tronquito de navidad, ha sido el primero que ha hecho mi madre en su vida y le ha salido de pastelería. Como curiosidad os puedo contar que el tronco de navidad, al parecer, es una creación del siglo XIX que tiene su origen en el siglo XII cuando, al parecer (repito lo de "al parecer" porque he sacado esta información de Internet y si no confió en algunas  personas menos aún en lo que se encuentra por Internet), las familias se juntaban frente a la chimenea y escuchaban viejas historias de los abuelos mientras un gran leño ardía en la chimenea, las cenizas que dejaba el leño al final de la noche se guardaban todo el año para protegerse de los males y las catástrofes. Más tarde, con la desaparición de las chimeneas, el tronco pasó a ser un elemento decorativo en la mesa de Nochebuena y en el siglo XIX el pastelero francés Pierre de Lacam creó el Bûche de Noël o Tronco de Navidad. Así que, como veis, éste final de año nos hemos propuesto que todo lo que hagamos sea en forma positiva. Espero que el tronquito de chocolate tenga las mismas cualidades que las cenizas del tronco de un árbol y que nos permita tener un 2011 lo más tranquilo posible.


martes, 21 de diciembre de 2010

La importancia de las notas


La noche más larga y el día más corto del año nunca habían tenido un significado especial para mí, hasta este año. La entrada oficial del invierno, y con ella el comienzo de las noches que se acortan y los días que se alargan, me ha traido un estado de ánimo mucho más positivo. La verdad es que me gusta el invierno, me gusta el frío y lo prefiero mil veces antes que el calor asfixiante del verano. Lo siento, me gusta el invierno. Y me gustan aún más los días de invierno en los que sale el sol y no hay ni una nube y hace muchísimo frío, son tonificantes y deben ser los mejores días para ir a la montaña, aunque para estar segura de esto tendré que esperar al año que viene, año en el que tengo depositadas muchas esperanzas.

Lo único malo que tienen mis dos estaciones favoritas del año (la otra es el otoño, claro) es que se hace de noche muy pronto, así que, como os podéis imaginar, el solsticio de invierno ha sido una noticia estupenda para mí. Es la mejor forma de acercarse al final del año; comienza una cuenta atrás que no se disfruta al llegar al final sino durante la misma cuenta.

Es una cuenta atrás en muchos aspectos: para llegar al final de la primera evaluación, al final de los exámenes, a la entrega de las notas, al comienzo de un trabajo de tres semanas  para la campaña de navidad y lo será para el final del 2010. También para el principio del 2011, la segunda evaluación, la tercera, la selectividad, el verano, los cursos de iniciación con el club de montaña, el viaje a Nepal y el comienzo de la vida universitaria. Como veis tengo muchas esperanzas depositadas en el 2011 pero es que el 2010 ha sido bastante decepcionante, recuerdo que lo comencé sin ningún plan y con poca determinación de hacer nada, así que he decidido que lo que esté en mí mano lo voy a cambiar, y una de las cosas que puedo cambiar son los planes, la determinación y el entusiasmo por cumplirlos.

La verdad es que he tenido bastante ayuda para llegar a estas conclusiones: mis amigos han estado ahí siempre que los he necesitado y me han dado varios empujones a lo largo del año, mi padres han estado también muy pendientes de mí y me han echado unos cuantos cables en lo que a las clases y los exámenes se refiere y, por último, el hecho de que hayan contado conmigo, una vez más, para la campaña de navidad ha sido el empujón final que necesitaba. Ver caras conocidas y conocer a gente nueva, tener unos horarios laborales que cumplir y acostarme todos los días agotada pero satisfecha por un trabajo más o menos bien hecho es estupendo. Y digo más o menos bien hecho porque alguna que otra metedura de pata sí que he cometido. Como se suele decir: "la primera en la frente" porque el primer día de trabajo confundí a Herman Hesse con el payaso de Herman Tertsch, por suerte nadie salió herido. Ah, y una de las cosas más divertidas y estupendas que me ha pasado en el trabajo fue encontrarme con mis profesores de latín y griego una tarde de sábado. Fueron a comprar a la tienda y nos cruzamos mientras yo le indicaba a un cliente donde podía encontrar los libros de fotografía. Creo que a los tres nos hizo mucha gracia y como aún quedaban un par de días para la entrega de notas, me dieron, según sus propias palabras, "un adelanto de Papá Noel". El adelanto fue la noticia de que había aprobado ambas asignaturas y que estaban muy contentos con mis dos exámenes. Consecuencia: el resto de la tarde fui más encantadora de lo que soy (toma pastilla de ego). 

viernes, 10 de diciembre de 2010

Don't worry about the future

"... or worry, but know that worrying is as effective as trying to solve an algebra equation by chewing bubblegum. The real troubles in your life are apt to be things that never crossed your worried mind; the kind that blindside you at 4pm on some idle Tuesday."

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La importancia de un billete

Ayer tuve mi primer examen. Me levanté temprano y, como todos los días, conecté el ordenador para mirar el correo electrónico, léase para perder un poco el tiempo por la red, antes de empezar a repasar. Cuando estaba conectándome al Facebook se jodió Internet. MIERDA. Tuve que hacer la llamada pertinente al servicio técnico donde te responde un contestador con reconocimiento de voz que te pide que le expliques cual es el motivo de la llamada, la primera vez siempre le dices con tono normal, con el mismo con el que le hablarías a un operador: “Avería”. La máquina te dice muy educadamente que no te entiende y tú le repites con el mismo tono pero vocalizando más: “A-ve-rí-a”. La máquina te vuelve a decir: “No le hemos entendido, repita por favor”. Y tú dices dos cosas, la primera, antes del tono: "Me cago en la puta”. La segunda, después del tono, y a voz en grito: “A-VE-RÍ-Í-Í-A”. Ahí si te ha entendido, fíjate tú, pero te dice: "Le hemos entendido que tiene una avería, indíquenos por favor si la avería está en la conexión a Internet, en la línea de teléfono o en la televisión". Lo primero que piensas es cómo coño iba a tener averiado el teléfono si les estoy llamando desde el puto te-lé-fo-no. Dices Internet y te dicen: “Hemos detectado que hay un problema de conexión con su línea, nuestros técnicos ya están trabajando para solucionarlo” y te cuelgan. Gracias a la falta de Internet aproveché la mañana como ningún otro día y me concentré tanto que cuando volví a mirar el reloj ya era la hora de salir de casa. Como siempre cuanta más prisa tienes peor te salen las cosas. Mi madre siempre me decía aquello de "Vísteme despacio que tengo prisa" y como no lo llegué a entender nunca siempre lo hago todo en el último momento, así que cuando estaba llegando a la estación de tren me di cuenta de que me había dejado el DNI. Tuve que desandar mis pasos a todo correr  para dos minutos después, claro, correr más para no perder el tren y no llegar tarde al examen. Estuve a punto de perder un pulmón por el camino, no lo perdí, creo que debió darse cuenta de que fuera hacía demasiado frío como para ponerse a hacer autoestop.

Cogí el tren por los pelos y, mientras recuperaba el aliento y echaba un vistazo a mi alrededor, me di cuenta de que el vagón iba practicamente vacío. Tenía sentada enfrente a una chica de unos trece años que iba escuchando música y, a mi derecha, al otro lado del pasillo, un par de personas más. Cuando llegamos a la siguiente estación se subió en nuestro vagón el revisor. Se acercó hasta nosotros, nos saludó y nos pidió los billetes. Se los fuimos dando uno por uno, yo le entregué mi abono y, por último, la chica le entregó el suyo. El revisor le hizo un gesto para que se quitara los cascos y le llamó la atención diciéndole que era el billete de diciembre, que si no tenía el de noviembre, que estábamos a día 30. La chica se puso nerviosa, se sonrojó y con un hilillo de voz le dijo que lo debía de tener en casa, que no se había dado cuenta de que estábamos en noviembre todavía. El revisor, con mucho tacto, le dijo que no se preocupara, pero que tenía que tomarle nota del número de abono para hacer no sé qué comprobaciones porque era como si estuviera viajando sin billete. La chica primero hizo pucheros intentando contenerse y luego se puso a llorar angustiada. El revisor sorprendido por la reacción de la que en ese momento se convirtió en su hija, intentó tranquilizarla  y repetía "No te preocupes, no te pongas así, que no pasa nada". A los demás se nos puso cara de tontos. Y yo no pude evitar pensar la cantidad de veces que habré llorado por cosas que no tenían ninguna importancia. La cantidad de angustias bobas que  habré pasado durante esa edad en la que cosas tan tontas me parecían un mundo y recuerdo que lo pasaba fatal porque todo se me hacía inabarcable. Ahora, echando la vista atrás, me doy cuenta de que no eran importantes, y no puedo evitar pensar que, por lo tanto, las cosas que ahora me preocupan y angustian, dentro de diez años no lo harán y así sucesivamente, de forma que aunque esto no me hace saber lo (poco) que sabré dentro de veinte años, sí que me da fuerzas suficientes como para tomarme todo con un poquito más de humor. Y así, con unas cuantas preocupaciones menos en mi cabeza y con el abono en el bolsillo, creo que bordé el examen, a ver que dicen las notas.

viernes, 26 de noviembre de 2010

El Show de la Estudiante

Hay unas semanas al año en las que el mundo real se convierte en ficción: es la época de los exámenes. Cuando vas a comprar el periódico, cuando vas a coger el autobús o al montarte en el metro, todo lo que te rodea parece un decorado. Muy bien hecho, eso sí, con sus casitas y sus callecitas, sus arbolitos, sus perritos (hasta sus cagaditas han puesto) y también extras interpretando sus personajes. Así que, claro, si hay personajes y decorados, si hay un guión y situaciones que desarrollar, alguien tiene que ser el protagonista. Y en este caso ¿quién va a ser el protagonista? El actor principal, el que primero va en el cartel que anuncia la función soy yo.

Fotograma de la película 'El Show de Truman'
El otro día, saliendo de clase y de camino a casa, ya que tenía que comer a toda prisa para salir pitando a otra clase, me paré en el quiosco para comprar el periódico y se me olvidó parte del guión. 

Dramatis personae
Estudiante (yo)
Quiosquero (otro)

Acto Primero
Quiosco de prensa de segundo orden en un pueblo de las afueras de la capital de provincia. En la izquierda, en primer término hay una puerta cerrada de una sola hoja, que comunica con la calle. En el centro, un mostrador. Detrás, el quiosquero. Alrededor, estanterías que sirven para organizar las revistas (ordenadas por temas) y los diarios. Por el suelo, aquí y allá, coleccionables de todos los tamaños y formas. En el techo, una lámpara. Sobre el mostrador, las promociones que regalan los periódicos.

(Al  levantarse el telón, el quiosquero está preparando el paquete de los sobrantes de la prensa del día anterior. Por la puerta entra una bellísima y jovencísima estudiante con aire despistado y de físico imponente. La estudiante lleva abrigo y bufanda y, en la mano, la cartera.)

Estudiante.- Buenos días
Quiosquero.- Buenos días

(La estudiante se dirige hacia el mueble donde se encuentran los periódicos y se agacha para coger El País, no coge el primero sino el tercero o el cuarto observando que esté en perfectas condiciones y preocupándose a su vez de no dejar descolocados los demás. Se dirige al  mostrador. Se planta ante él. Se queda mirando al quiosquero, éste la mira a ella. Transcurridos unos segundo,  la jovencísima y bellísima estudiante, sin mediar palabra,  pone sobre el mostrador el periódico, un cupón de suscripción al mismo, dos recortes de los cupones de días anteriores del coleccionable de los cuchillos y una moneda de dos euros. Cuando el quiosquero consigue dejar de estar obnubilado por la belleza de la estudiante mira todo lo que nuestra jovencísima estudiante ha puesto sobre el mostrador y dice.)

Quiosquero.- Me quieres decir que quieres el cuchillo de El País, ¿verdad?

(La estudiante se avergüenza y siente como si cayera al vacío, como Alicia al adentrarse en el País de las Maravillas, pero la estudiante cae directa al mundo real.) 

Estudiante.- Uy, sí, perdona, es que estoy en época de exámenes y a veces me fallan las neuronas. 

(El quiosquero ríe alegremente mientras fantasea con lo maravillosa que podía haber sido su vida si hubiera conocido a la joven cuando él aún lo era.)

Quiosquero.- No te preocupes, aquí tienes. Suerte con los exámenes.
Estudiante.- Gracias, hasta luego.

Como se puede ver, el amable quiosquero me ayudó haciendo de actor y de apuntador, me despertó de mi letargo egocéntrico y me ayudó a darme cuenta de que ni ficción, ni atrezzo, ni leches en vinagre, el mundo real no se para, ya puedes estar de exámenes, de bajón o eufórico que lo que pasa a nuestro alrededor (los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa que decía don Juan de Mairena) no te espera.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

God save advertising

Últimamente tengo la cabeza en cualquier sitio menos encima de los hombros. Voy de sobresalto en sobresalto. Tengo la sensación de que todo lo que me han enseñado desde pequeña no es cierto, de que todo lo que he visto en el cine, en la televisión o en los libros, no es más que ficción y que nada tiene que ver con la vida real. A mis treinta y dos años sigo sin saber que quiero hacer con mi vida, no tengo ningún talento especial y ninguna aspiración que me salve de una vida monótona a más no poder. Me quedé sin mi trabajo de administrativa por culpa de un recorte de personal que tuvo que hacer la empresa en la que trabajaba porque si no iban derechos a la quiebra por mi culpa o de las crisis, que nunca quedó esto claro. Mi pareja y yo llevamos juntos prácticamente toda la vida y la pasión hace ya mucho que dio paso a la rutina en la que nos hayamos la mayoría. O eso pensaba yo hasta que esta mañana yendo en el cercanías de camino a una entrevista de trabajo, he visto un anuncio, a página completa en El País, de una entidad financiera. Y gracia al anuncio, gracias al banco, gracias al periódico que lo ha publicado (¡gracias dios mío por tu infinita bondad!) me he dado cuenta de que mi vida no era tan miserable, de que todo podía ser más fácil si me hacía un plan de pensiones, de que podía recuperar mi figura y estar estupenda a pesar de los años, de que podía encontrar hobbies y descubrir talentos que me hicieran ser como la chica del anuncio. Quizá consiga diseñar mis bragas y fotografiar a las grandes estrellas de la tele, a la Esteban, por ejemplo. ¡Gracias Publicidad! Mi vida era una mierda y, gracias a ti, lo aspiracional ahora es mi motor, mi energía, mi creencia, mi religión. El tiempo que antes perdía leyendo, paseando o pensando (tres gerundios) en qué iba a hacer con mi vida, ahora lo paso aspiracionando y anunciando (dos más).


lunes, 22 de noviembre de 2010

Pepe Rubianes

sábado, 20 de noviembre de 2010

I am obsessed with 'Lost' (XV)


Mi casa no era santa pero ya podemos decir que lo es. Hoy ha llegado a mis manos la Biblia, el Corán, la Enciclopedia, el I Ching, el Shujing, el Shi Jing, el Liji y el Chunqiu todos en uno. Mi sueño hecho realidad, cuatrocientas páginas a todo color con todos los detalles de la serie más grande de la historia.
¡A tomar por saco los exámenes!

viernes, 19 de noviembre de 2010

sábado, 13 de noviembre de 2010

¿Por qué me cae mal Javier Marías? II


Lo único que le faltaba por hacer era meterse con 'Lost'
Chaval, lo llevas clarinete conmigo. 

viernes, 12 de noviembre de 2010

lunes, 8 de noviembre de 2010

Scrubs

"Things rarely go exactly the way you want them to, so sometimes you make due with whatever you can get… Endings are never easy; I always build them up so much in my head they can’t possibly live up to my expectations and I just end up disappointed. I’m not even sure why it matters to me so much how things end here. I guess it’s because we all want to believe that what we do is very important, that people hang on to our every word that they care what we think. The truth is you should consider yourself lucky if you even occasionally get to make someone, anyone, feel a little better. After that it’s all about the people that you let into your life.
And as my mind drifted to faces that I’ve seen here before, I was taken to memories of family, of co-workers, of lost loves, even of those who have left us. And as I rounded that corner, they all came at me in a wave of shared experience. And even though it felt warm and safe, I knew it had to end. It’s never good to live in the past too long. As for the future it didn’t seem so scary anymore. It could be whatever I wanted it to be… And who’s to say this isn’t what happens? Who can tell me that my fantasies won’t come true just this once?"

jueves, 4 de noviembre de 2010

Lo que puede el dinero

He empezado un curso de inglés. Dos veces por semana durante tres horas semanales hacemos reading, listening, grammar(-ing), speaking, playing, en fin, un montón de cosas. El otro día el profesor nos pidió que dijéramos cada uno una persona a la que consideraramos "successful" y luego  que explicáramos los motivos de nuestra elección. La primera alumna escogió a Amancio Ortega por motivos evidentes, a mí me tocó el segundo lugar y escogí a Ken Follett, del que aún no he leído nada, pero tengo entendido que ha tenido cierto éxito escribiendo libros. A la hora de explicar los motivos por los que le consideraba "succesful" dije algo así como "because he has written many books which has been sold all around the world, he has become multimillionare just with his ideas, a pencil and a piece of paper" pero a lo Paco Martínez Soria (bendito sea allá donde esté).

Antes de seguir con la historia he de apuntar que cuando voy a clase llevo mi "student book", un cuaderno y un estuche metidos en una bolsa de Jane Austen.

La tercera alumna escogió precisamente a Jane Austen y sin pensarlo dos veces mi compañera (la de Amancio Ortega), mi profesor y yo dijimos a la vez "WHAT? WHY?" Tomé la voz cantante y con un fluidísimo inglés le dije que Jane Austen no había hecho fortuna ninguna con sus libros. Mi otra compañera y el profesor asentían dándome la razón. La tercera alumna abrumada por nuestra increpación dijo: "Pero yo creo que ha tenido otro tipo de éxito, no habrá hecho una fortuna o no la habrá disfrutado pero es una de las escritoras más importantes de la historia". Enmudecí y sentí como una parte de mí salía de mi cuerpo y miraba la escena desde fuera. El algo me dijo: "¿Cómo es posible que ni se te haya pasado por la cabeza que hay otros tipos de éxito?" Mi profesor continúo preguntando a los demás alumnos y despachó a mi compañera con un sencillo "Maybe".  No escuché lo que los demás fueron diciendo porque no daba crédito a lo que acababa de ocurrir. A pesar de mi aparente desapego por el dinero, en cuanto bajo la guardia, me sale la tipeja interesada, egoísta y ruin que llevo dentro. Aún sigo dándole vueltas  a mis débiles principios. Por muy feliz que seas, por mucho que nos sobre de todo, aunque tengamos mucho más de lo que se necesita para vivir, parece que, sin dinero, no consigues el éxito de verdad. ¡Hay que joderse!

Os dejo, que tengo que ir a echar la primitiva y un par de quinielas. Los ciegos los compraré el viernes.



miércoles, 3 de noviembre de 2010

Singing with headphones on

Al parecer Billy Wilder se refirió al talento musical de alguien diciendo "he has Van Gogh's ear for music". Pues bien, si hubiera tenido el placer de conocerle  estoy segura de que habría empleado esa frase para referirse a mí. Tengo mucha suerte porque tengo unos buenos amigos que nunca han intentado hacerme sentir mejor negando lo evidente. Siempre han sido muy honestos. "No creo que haya nadie en el mundo que tenga peor oido" es una de sus frases. Es una cosa de familia, la falta de talento musical me refiero, y a diferencia de otras herencias genéticas que se pueden desarrollar con el tiempo (se me ocurren, por ejemplo, las obsesiones pero como decía Moustache en Irma, la dulce "but that's another story") esta es una de esas cosas con la que naces y mueres. Ya en el coro del colegio debieron notar algo porque me expulsaron dos años seguidos...


domingo, 31 de octubre de 2010

AZSHPID-M o cómo superar un catarro

Agua. Es importantísimo intentar beber tres litros de agua al día (te pasarás el día haciendo pis pero qué más da si no puedes salir de casa de todas formas).
Zumos (más líquidos) de cítricos, por ejemplo de naranja recién exprimida. No está contemplado el efecto que hacen los prefabricados.
Sopas o purés (más líquidos).
Higiene. Para evitar esparcir los virus es muy importante lavarse las manos cuantas más veces mejor (aquí es cuando debes empezar a considerar la opción de mudarte al baño).
Pastillas. Las de propóleo van de maravilla, tres al día (agg aunque no pueden saber peor).
Inhalaciones. Para evitar la congestión nasal durante la noche puedes utilizar eucalipto de toda la vida o sinus (consejo: no hacer las inhalaciones con las gafas puestas).
Drosinula el mejor jarabe del mundo (mmm esta es la única parte buena del catarro). 

No puede faltar el Mejunje que te hacía tu madre. En mi caso consiste en calentar medio vaso de agua en el microondas, añadir el zumo de un limón con unas gotas de propóleo y una cucharada de miel (más líquido). Para que haga mejor efecto debes hacer gárgaras (en el baño, claro).

viernes, 29 de octubre de 2010

Mujeres y hombres

Nunca le he dado importancia a las diferencias entre hombres y mujeres, al menos no mayor importancia que a lo poco que nos parecemos entre todos. Sin embargo parece que el mundo se empeña en buscar respuestas y explicaciones para poder decir cosas como: "claro, como buen hombre..." o "típico de las mujeres" ¿Hay algo de cierto en todo esto?


Perdiendo el tiempo por internet en busca de respuestas he encontrado un artículo en el que varios hombres hablan sobre cómo ven a las mujeres. Mirar lo que dice Antonio Gala: "Me parece que las conozco: al menos me ha interesado conocerlas más que a los hombres. Pero, sobre todo, las comprendo mejor. A las mujeres se las adivina, se las intuye. Son más confiadas, más claras, más expresivas y mejores amigas cuando no son amantes. Para conocerlas de veras hay que comprenderlas primero. Y respetarlas siempre». A la pregunta de si son reales las mujeres que nos presentan a diario el cine, la televisión o la publicidad, responde con ironía: «Las tontas, sí». ¿Y la mujer real, entonces? «Es generosa sobre todo. E imaginativa. La casa de una pareja ha de tener desde una guardería hasta unas pompas fúnebres. La mujer, por un sentimiento, puede dejar que se abatan los muros y se anegue todo o todo arda. El hombre, por el contrario, tiene compartimentos casi estancos: para su trabajo, sus amigos, sus aficiones… Y para el amor, que suele ser el dormitorio. Quizá un sofá le basta. Una mujer sin amor está incompleta lo mismo que un hombre. Pero ella lo sabe. No siempre el hombre. Los aspectos más negativos de las mujeres son su desconfianza en ellas mismas y en sus posibilidades, su escasa valoración, su excesiva confianza en los otros, su facilidad de perdonar una y otra vez..."

jueves, 28 de octubre de 2010

El Maestro





Las imágenes pertenecen al cómic Bob Dylan Revisted de Norma editorial en el que trece dibujantes interpretan sus canciones favoritas. En este caso Girl from the North Country por François Avril.

martes, 26 de octubre de 2010

We're on the same wavelenght

"Sin embargo, cada vez que debo hablar de mí mismo me siento, en cierto modo, confuso. Me veo atrapado por la clásica paradoja que conlleva la proposición: "¿Quién soy?". Si se tratara de una simple cantidad de información, no habría nadie en este mundo que pudiera aportar más datos que yo. No obstante, al hablar sobre mí, ese yo de quien estoy hablando queda automáticamente limitado, condicionado y empobrecido en manos de otro que soy yo mismo en tanto que narrador -víctima de mi sistema de valores, de mi sensibilidad, de mi capacidad de observación y de otros muchos condicionamientos reales-. En consecuencia, ¿hasta qué punto se ajusta a la verdad el "yo" que retrato? Es algo que me inquieta terriblemente. Es más, me ha preocupado siempre.

Sin embargo, la mayoría de las personas de este mundo no parece sentir ese temor, esa incertidumbre. En cuanto tienen oportunidad hablan de sí mismos con una sinceridad pasmosa. Suelen decir frases del tipo: "Yo parezco tonto de tan franco y sincero como soy", o "Soy muy sensible y me manejo muy mal en este mundo", o "Yo le leo el pensamiento a la gente". Pero he visto innumerables veces cómo personas "sensibles" herían sin más los sentimientos ajenos. He visto a personas "francas y sinceras" esgrimir sin darse cuenta las excusas que más les convenían. He visto cómo personas que "le leían el pensamiento a la gente" eran engañadas por los halagos más burdos. Todo ello me lleva a pensar: "¿Qué sabemos, en realidad, de nosotros mismos?".

Cuanto más pienso en ello, más reacio soy a hablar de mí mismo (si es que realmente hay necesidad de hacerlo). Antes prefiero conocer, en mayor o menor medida, hechos objetivos sobre existencias ajenas. Y, basándome en la posición que ocupan tales hechos y personajes individuales en mi interior, o a través del modo en que restablezco mi sentido del equilibrio incluyéndolos, trato de conocerme de la manera más objetiva posible.

Ésta ha sido la postura, o, dicho de una manera más solemne, la visión del mundo que he mantenido desde la pubertad. Tal como el albañil apila un ladrillo sobre otro siguiendo el hilo tenso de la plomada, yo he ido conformando en mi interior esta manera de pensar. De una forma más empírica que lógica. Más práctica que intelectual. Pero un punto de vista como éste es difícil de explicar a los demás. Yo lo he aprendido sufriéndolo en mi propia piel.

Quizá se deba a eso, pero desde la adolescencia me he habituado a trazar una frontera invisible entre mí mismo y los demás. Empecé a tomar una distancia perpetua ante el otro, fuera quien fuese, y a mantenerla mientras estudiaba su actitud. Aprendí a no creerme todo lo que la gente dice. Mis únicas pasiones sin reservas han sido los libros y la música. Y, tal vez como lógica consecuencia de todo ello, me fui convirtiendo en una persona solitaria."
"K" en Suptnik, mi amor de Haruki Murakami 


lunes, 25 de octubre de 2010

La sociedad del cine

En mi casa se ve mucho cine, nos gusta mucho ver películas, nos gusta tanto que hasta miramos la programación en el periódico y el día que ponen una peli buena a una hora decente (algo que es poco habitual) es una fiesta a la que están convocados todos los miembros de la familia. Ya puede ser una comedia americana o una tragedia griega que si nos gusta, a la familia, se entiende, la vemos y la vemos en familia porque, como decía Don Corleone, "a man who doesn't spend time with his family can never be a real man". 

Como consecuencia del amor por el cine en el que se me ha educado disfruto de estas sesiones muchísimo y el cine ha pasado a ser una de las partes más importantes de mi vida. Suelo recordar dónde vi una película, con quién e incluso, de las que más me han marcado, recuerdo hasta frases y escenas. Por lo tanto puedo contaros que recuerdo perfectamente una tarde de otoño de hace dos años cuando mi padre le dijo a mi madre que ponían Viven y mi madre se puso muy contenta. Yo no había oído hablar de la película nunca y le pregunté por el argumento. Me contó un poco la historia, me dijo que estaba basada en un accidente aéreo real que ocurrió en 1972, me contó que viajaban 45 personas desde Uruguay a Chile y que muchos de ellos eran estudiantes y jugadores de un equipo de rugby, me contó que el avión se estrelló en la cordillera de los Andes y que 12 de ellos murieron en el accidente, me contó que finalmente sólo 16 de ellos sobrevivieron durante 72 días sin apenas comida y a temperaturas bajo cero. Me contó que fueron rescatados gracias a que dos de ellos cruzaron las inmensas montañas hasta llegar a Chile. Me lo contó con fascinación absoluta porque ella recordaba cuando ocurrió el accidente, recordaba que era una adolescente y que la noticia de su rescate dio la vuelta al mundo. 

Por supuesto vimos la película y aunque no deja de ser una película malucha la disfrute muchísimo y me contagié del entusiasmo de mi madre de tal forma que devoré el libro que mi padre me compró a los pocos días, La sociedad de la nieve. Os lo recomiendo a todos. Está escrito por Pablo Vierci que fue compañero de colegio de los 16 supervivientes y que ha sido el único en lograr que hablen todos ellos. La narración de los hechos, a cargo de Vierci intercala capítulos escritos en primera persona por cada uno de ellos donde hablan de cómo fueron esos días en la cordillera, cómo superaron esa situación límite y cómo influyó en su vida posterior. Es muy curioso ver que el accidente ha significado algo totalmente diferente para todos y como mientras que algunos de ellos han hecho del accidente su forma de vida mediante, por ejemplo, conferencias motivacionales a otros apenas los hemos visto.

Esta historia tiene algo que ver con el accidente en una mina de Chile donde 33 mineros han permanecido 69 días . Los primeros 18 no tuvieron contacto con el exterior. Aquí fuera se les daba por muertos, como a los supervivientes del accidente de 1972. Cuatro de ellos viajaron en septiembre al desierto de Atacama para apoyar a los mineros chilenos (atrapados entonces pero ya rescatados).

sábado, 23 de octubre de 2010

Soy militante de Joaquín Sabina

¿Quién me ha robado el mes de abril? Los peces de ciudad o mi vecino de arriba con las más de cien mentiras. Pongamos que hablo de Madrid cuando hablo de la calle de la melancolía. Allí está el café de Nicanor y sin embargo yo prefiero quedarme a la orilla de la chimenea, tan joven y tan viejo, con mi princesa cantando la canción más hermosa del mundo. Ahora que... es un pacto entre caballeros que en las noches de boda me quedo contigo porque amor se llama el juego del que soy culpable aunque sea peor para el sol.

viernes, 22 de octubre de 2010

Mis papelotes y el otoño de Chéjov

"Empezaron a hablar del amor. 
—Cómo nace el amor -dijo Aliojin-, por qué Pelagueia no se ha enamorado de un hombre cuyas cualidades morales y apariencia estuvieran más en consonancia con la suyas, sino precisamente de Nicanor, ese tipejo, como todos lo llaman aquí; en qué medida en el amor importa la cuestión de la felicidad personal: todo eso es algo desconocido y cada cual puede interpretarlo como mejor le parezca. Hasta la fecha sólo se ha afirmado del amor una verdad indiscutible, a saber, que "es una gran misterio", todo lo demás que se ha escrito y dicho no propone ninguna solución, sino que se limita a plantear cuestiones que siguen sin resolver. Así, la explicación que parecería convenir en un caso no se ajusta a decenas de otros, de modo que lo mejor -en mi opinión- es estudiar cada caso por separado, sin tratar de generalizar. Como dicen los médicos, hay que individualizar cada caso particular."
Del amor. Antón P. Chéjov

En Otoño siempre hago limpieza. A partir del mes de agosto mi mujer me empieza a decir que cuando narices voy a tirar algo, que nunca encuentra nada porque siempre que va a buscar algo está todo lleno de recortes y libros viejos. Yo no sé porqué los voy acumulando, la mayoría no sirven para absolutamente nada y, por lo tanto, al menos una vez al año saco dos o tres bolsas de basura llenas de los objetos más variopintos, en su mayoría papelajos. Me gusta hacerlo en octubre. Ayer estuve cuatro horas poniendo el estudio patas arriba y entre un montón de nada encontré un recorte con una entrevista a Ricardo Darín. Al volverla a leer me acordé de un librito de Chéjov con relatos breves. Uno de esos de colecciones de verano, entre los que estaba "Del amor". No pude seguir con la tarea, me entró la necesidad de saber donde estaba. Unos minutos después lo encontré, estaba en la estantería del salón, escondido entre Tío Vanya y Cuento de Abril. Tuve que leerlo, claro. Sentado en la butaca con el sol de Otoño dándome calor y acompañado de una taza de té verde. Mi mujer siempre dice que algo que sabe tan mal no puede traer nada bueno y que por muchas cosas buenas que tuviera era una incoherencia (se refiere a la botella de vino tinto que me bebo cada noche). Lo cierto es que el té verde sabe realmente mal, pero me obligo a beberlo para compensar. Hoy me toca terminar la limpieza que se quedó a medias, con todos los cajones por el suelo, porque nos fuimos a ver el atardecer desde las vías del tren.

jueves, 21 de octubre de 2010

Platón era sueco

A continuación os facilito la parte más importante de los documentos hallados en Cirene (la actual Libia) hace un par de semanas. Gracias a ellos se ha llegado a la conclusión de que el concepto "Ikea" fue creado por Platón.
 
"Problema del ser (dualismo ontológico): Origen del cosmos = Demiurgo + Materia sensible + Ideas (Timeo)
Problema del hombre (dualismo antropológico): Misión = Diseño + Funcionalidad + PreciosBajos (Fedro, Mito del carro alado)
Problema del conocimiento (dualismo epistemológico): Filosofía = Mentes + Corazón + Ideas Locas (La República y Fedón)
Problema del bien (ética): Sócrates + Platón = Intelectualismo Moral (Saber = Virtud) No confundimos las cosas buenas y la felicidad con honores, riqueza y goces sensibles porque juntos ahorramos dinero, nosotros elegimos fabricantes que puedan entregar calidad a bajo precio, les encargamos grandes volúmenes y empleamos nuestros paquetes planos para ahorrar en transporte y almacenamiento.
Problema del estado ideal (política): Cada clase social cumple su cometido. Ikea gobierna y nosotros, los ciudadanos, recogemos, transportamos y montamos los muebles."

Me lo puedo imaginar paseando por Ikea con la bolsa amarilla debajo del brazo, el lapicerito y el metro de papel.


miércoles, 20 de octubre de 2010

Su Santidad me da miedo

"Between the Pope and air conditioning, I'd choose air conditioning"
Harry Block
 
El Roto

lunes, 18 de octubre de 2010

sábado, 16 de octubre de 2010

Los amigos

El grupo
Son esas personas que han pasado a formar parte de tu vida como conjunto. Con ellas se suele tener una rutina establecida en cuanto a las veces que se ha de quedar por mes. Esas quedadas suelen tener como punto de encuentro un lugar fijo. De esta forma sólo se tienen que poner de acuerdo en cuanto al día y la hora y, a pesar de ello, hay que enviar doscientos mails para que haya consenso. Con estas personas compartes vacaciones de verano, escapadas de fin de semana y una cantidad de códigos que hacen sentir al grupo unido y que dan sensación de pertenecer a algo que se ha creado entre todos. Es necesario que todos los miembros pongan de su parte para dar lugar a los encuentros. Y es imprescindible que cada uno interprete un rol dentro del grupo para que haya variedad. Siempre suele haber una chica adorable, divertida y generosa que adora el olor a gasolina y que prepara los mejores mojitos de Madrid, no puede faltar una mujercita adulta que en el fondo es una niña mimosa, tierna, un poco locuela y que adora cocinar para satisfacción del grupo, el cual no sería lo que es sin un erudito instruido en múltiples materias, divertido, tremendamente comprensivo con los demás, estupendo bailarín y con la extraña costumbre de hablar con acentos de otras comunidades cuando se toma una cerveza de más, otro miembro fundamental del grupo es el que mantiene la sonrisa siempre, con un corazón de oro que guarda debajo de unos músculos absolutamente portentosos y que da el toque de humor y sarcasmo en cada conversación.
Si uno de los miembros del grupo se va a vivir a otro país el grupo no se disuelve pero siempre hay una silla vacía esperando a que éste venga de visita, se le incluye de vez en cuando en los mails y se le va a ver en viajes que pasan a ser históricos por millones de anécdotas que surgen de la convivencia y de las tensiones, siempre divertidas, de los viajes. Una ley no escrita es que si uno de los miembros del grupo está viviendo en el extranjero ninguno de los demás integrantes puede hacer lo mismo hasta que el primer integrante vuelva al lugar de origen, de esta forma nunca hay más de una silla vacía y así no peligra la cohesión del grupo. 

Las chicas
Son esas personas que has ido conociendo en diferentes momentos de tu vida y que has ido atesorando con cariño porque sabías que se iban a convertir en esos apoyos que, con el paso de los años, siempre tienen tiempo para una charla, un mail o un desayuno en el que volver al pasado, recordar, reír y hablar del futuro. Con estas personas no quedas habitualmente porque cada una tiene sus propios grupos. Se suele quedar de forma individual o de a dos, como mucho. Son personas que van encontrando su lugar en el mundo, su pareja, sus proyectos personales, se casan e incluso tienen hijos pero nunca dejas de sentirte bien a su lado. Algunas pueden irse a vivir a Barcelona, Australia, Córdoba o Nepal pero nunca dejan de formar parte de ti. Puedes pasar largas temporadas sin hablar con ellas pero cuando lo haces, o cuando te reencuentras con ellas, es como si el tiempo no hubiera pasado, como si las hubieras visto el día anterior.

Tu alma gemela
Es esa persona que conociste hace mil años o hace un mes, esa persona puede formar parte de alguno de los dos grupos anteriores pero no es una condición imprescindible. Según va pasando el tiempo va variando de una a otra, a veces hasta cíclicamente, pero nunca dejan de ocupar un lugar importante en tu vida. Es esa persona a la que le cuentas absolutamente todo, con la que te sientes tremendamente cómodo y que te conoce como si te hubiera parido. Pueden pasar a ser almas gemelas por múltiples motivos, normalmente por una conexión especial que puede tener su origen en estar  viviendo circunstancias similares o en tener dos personalidades muy parecidas. Si estáis atravesando un momento similar suele ser divertidísimo ver como uno pasa por fases que ya ha pasado el otro y eso suele dar lugar a situaciones cómicas. Esa persona se convierte en tu mejor aliado, tu mejor consejero.

Tú nunca estás igual pero ellos siempre están ahí para ti, siempre te apoyan, te consuelan, te entienden, te escuchan, te acompañan al reír y te lo perdonan todo. Gracias, amigos.

viernes, 15 de octubre de 2010

In a world of my own

"Creo que, poco a poco, invirtiendo mucho tiempo, me he ido creando un mundo propio. Y cuando estoy en él, yo sola, me siento hasta cierto punto tranquila y segura. Pero el hecho de haber tenido que construirme este mundo significa, en sí mismo, que soy una persona débil, frágil, ¿no? Además, desde el punto de vista de la sociedad,  mi mundo es algo insignificante. Parece una casa de cartón que un vendaval puede llevarse en un abrir y cerrar de ojos..."
Mari Asai en After Dark de Haruki Murakami


jueves, 14 de octubre de 2010

Las etiquetas no son malas, es peor equivocarse

Angelines según su nieta
Hola, amigas. Mi nombre es Angelines, vivo en Madrid desde hace no sé cuánto tiempo aunque nací en un pueblo de Toledo. Os escribo porque me llamó la atención una carta que publicasteis el número pasado de una lectora que hablaba de un problema que su hijo había tenido en el trabajo. Me hizo pensar un rato y me he dado cuenta hoy, día 14 de octubre de 2010, que tras sesenta y siete años sosteniendo muchas teorías al respecto, las etiquetas no son tan malas. Siempre me ha parecido que hablar de alguien definiéndolo primero como un vago, una solterona, un viudo, una estudiante o un capullo era un error. Siempre me ha parecido que todas esas etiquetas nos ponen una venda en los ojos y nos obligan a juzgar aspectos de una persona sin tan siquiera conocerla.

¿Por qué siempre me ha sonado tan mal?
Ahora me doy cuenta de que es una ventaja, de hecho considero que todos deberíamos llevar un cartel colgado del pecho con todas las etiquetas que nos han ido poniendo, sí, sí, lo digo en serio. Así cuando conoces a un capullo reconocido, es decir, alguien al que varias personas en diferentes momentos y situaciones de su vida le han colgado el cartel de capullo, sabrás de antemano que las posibilidades de que lo sea son más grandes de lo que pueden ser en otro reconocido, por ejemplo, como vago y bonachón. Alguna os estaréis preguntando qué pasa con las etiquetas que no son ciertas, porque algún capullo os ha podido poner alguna que no se corresponda con la realidad. Para ese caso, amigas, aún no tengo solución. ¿Se os ocurre algo?

No quería dejar pasar la oportunidad de invitaros a participar en nuestras reuniones de tupper sex o de animaros para que montéis una con las amigas o las vecinas. Entre nuestro grupete de amigas causaron furor, porque fue la excusa perfecta para dejar nuestras vidas a un lado durante unas horas al mes y hablar de lo que nos diera la gana. Además nuestros maridos pensaron que era buena idea porque así aprenderíamos cosas nuevas, pobres ingenuos, no se dieron cuenta de que aprendíamos, sí, pero no para compartirlas con ellos. Reunirnos un par de veces al mes para hablar sin ser madres abnegadas, ni esposas pasionales, ni amas de casa perfectas, ni nueras obedientes, ni suegras mal nacidas, tan sólo mujeres ha sido lo mejor que he hecho en los últimos años. A cada reunión tenemos que llevar algo de lo que nos apetezca hablar, preguntar o reír. La hija de mi amiga Rogelia trajo este mail que le habían enviado y nos encantó. Espero que os guste.

En la redacción de la revista tienen mi correo electrónico por si queréis escribirme, hacerme alguna consulta o uniros a nuestras reuniones. 
Un abrazo.

Instituto de formación para hombres.
Curso avanzado (debido a la complejidad y dificultad de asimilación de los temas este curso tendrá un máximo de 8 asistentes)
Tema 1. La plancha: de la lavadora al armario, ese proceso misterioso
Tema 2. Cómo llenar la bandeja de los cubitos de hielo (paso a paso con diapositivas)
Tema 3. La electricidad y tú: ventajas de contratar a un técnico
Tema 4. Últimos avances científicos: cocinar y sacar la basura no provoca impotencia ni hemiplejia (prácticas en laboratorio)
Tema 5. ¿El rollo de papel higiénico nace en el portarrollos?
Tema 6. Cómo bajar la tapa del inodoro (paso a paso con esquemas)
Tema 7. Hacer la maleta ¿incompetencia innata o incapacidad mental progresiva?
Tema 8. La lavadora: esa gran desconocida
Tema 9. ¿Es posible orinar sin salpicar fuera de la taza? (prácticas en grupo)
Tema 10. Diferencias fundamentales entre el cesto de la ropa sucia y el suelo (gráficos aclaratorios)
Tema 11. ¿La taza del café del desayuno levita sola hasta el fregadero de la cocina?
Tema 12. ¿Se puede seguir siendo “alguien” sin tener en la mano el mando a distancia?
Tema 13. Cómo aprender a encontrar las cosas empezando a buscar en su sitio antes de revolver la casa a gritos
Clausura del curso y entrega de diplomas