lunes, 24 de enero de 2011

¿Por qué me cae mal Javier Marías? III

Y vuelta la burra al trigo... véase el dominical de El País. Que sepa el Sr. Marías que a mí me la pendula lo de los delatores y delatados, que sé que debe estar preocupado por mi opinión, hasta me han dicho que no ha dormido desde la publicación de su artículo para ver si me pronunciaba. Pues aquí va. A mí lo único que me importa es poder tomarme una caña con mis amigos sin aguantar el humo de los cigarros. El sábado lo conseguí y, por cierto, mis amigos y yo (algunos de ellos fumadores, los pobres) nos sorprendimos muchísimo porque al entrar  en nuestro bar de siempre pudimos ver, desde la puerta, si había, o no, sitio al fondo, cosa que antes era imposible por el humo, claro. Y ya está, que no pienso perder ni un minuto de mi tiempo en delatar a nadie y menos aún en leer sus artículos, porque lo que si he podido observar es que me aburren que te cagas. Igual lo que hago es chivarme a Polanco y decirle que es usted un coñazo y que a ver si le largan y en su página ponen un buen anuncio de esa campaña tan vistosa que dice algo así como FUMAR MATA.


jueves, 20 de enero de 2011

Manrique en la Abadía

Los días previos al concierto transcurren con normalidad. Los tres sabemos que el día se acerca pero no lo comentamos entre nosotros. Sólo se aprecian pequeños movimientos: primero, a finales de noviembre, cuando mi madre y yo compramos las entradas, recibimos un resguardo de la compra en el correo electrónico.  Después le reenviamos a mi padre el resguardo para que lo imprimiera. Mi padre, muy obediente, lo imprimió y lo dejó en la mesa del comedor a principios de diciembre. Parecía una carrera de relevos, sólo que en lugar de cuatro eramos tres, ah, y que, además, somos de todo menos atletas. Y, por último, a finales de diciembre, mi madre cogió el testigo y fue al cajero automático a imprimir las entradas. Al llegar a casa las dejó en el salón. Del salón tendrán que pasar a la nevera, pensé, y entonces quedarán menos de veinticuatro horas para la meta. Y, tachan, esta mañana cuando he ido a coger la leche de la nevera para echársela a mis cereales, ahí estaban.

Círculo de Bellas Artes. Madrid
La primera vez que le vi tendría como seis o siete años y a lo largo de mi corta, cortísima vida le he visto ya unas cuantas veces. Mis padres siempre me han llevado a ver, y a hacer, cosas de mayores. Y yo siempre hacía como que no me gustaba, siempre me quejaba y les decía: "veis, siempre soy la única niña, vaya rollo" y en el fondo pensaba "como mola estar en el Círculo de Bellas Artes un sábado por la noche para verle a él, a Amancio Prada, o pasar un domingo viendo cuadros de Sorolla, o ver una peli para mayores un viernes". Eso sí, siempre en la primera sesión y siempre en versión original. Sí, esta costumbre también la he heredado. Lo malo es que ahora ya no soy la más pequeña, siempre hay alguna niña que me quita el puesto en los conciertos, en los museos y en el cine.

Teatro Principal. Zamora
En definitiva, que en esta casa somos devotos seguidores de Amancio Prada. Tanto que en el año 2002 en el teatro Albéniz, mientras esperábamos a que empezara un concierto de Paco Ibañez, vi que en el patio de butacas, sólo un par de filas delante de nosotros, estaba sentado Don Amancio Prada y, aunque no me gusta pedir autógrafos nada de nada, porque me da una vergüenza que me muero, me levanté con el programa en la mano y le pedí que me firmara uno. Creo que nunca me he puesto tan nerviosa en  mi vida, pero luego no fue para tanto. Me atendió y, después de darle las gracias y dedicarle la mejor de mis sonrisas, me fui tan contenta con mi autógrafo. Aunque en realidad me hubiera gustado decirle que se viniera a cenar con nosotros después del concierto y que, si quería venir con Paco Ibañez, no había ningún problema. Y que si, después de cenar, me quería cantar el Romance del enamorado no iba a impedírselo y que si Paco Ibañez quería cantarme, por ejemplo, la Nana de la Mora, sería estupendo. Nada de esto ocurrió, desgraciadamente. Aunque no me hubiera atrevido ni a mirarles a los ojos. Sólo soy capaz de mirarles cuando están sobre un escenario y les veo desde la oscuridad de mi butaca. 

Esta noche cruzaré los dedos para que mañana cuente muchas anécdotas y nos tenga allí hasta las tantas de la madrugada.

Ermita de la Anunciada. Urueña

lunes, 17 de enero de 2011

Hotel Room

"¿Quién soy yo para juzgarlo? Si pudiéramos exponer a la luz las miserias de las personas, los errores, las torpezas, los crímenes, nos encontraríamos con la penuria más absoluta, la verdadera indignidad. Por suerte, piensa Lorenzo, cada uno llevamos nuestra secreta derrota bien adentro, lo más lejos posible de la mirada de los demás."
Saber Perder de David Trueba

miércoles, 12 de enero de 2011

No fumo

No soy fumadora. Y no quería ahondar más en el tema porque tengo amigos y amigas que sí son fumadores. Pero no puedo evitarlo. Estallo si no lo hago. Me siento en la obligación moral de hacerlo. Sobre todo después de ver, escuchar y leer las actitudes que han tomado algunos fumadores. Cuando escucho argumentos ridículos de gilipollas, tanto en la televisión (abundan los gilipollas), como en la radio, o de cualquiera con el que comparto unos minutos en el metro, no me puedo cortar, me parecen, simplemente, gilipollas. Pero cuando los argumentos ridículos los utilizan mis amigos, ¿qué pasa? Algunos pensareis que la primera gilipollas soy yo por considerar que dicen gilipolleces sin rebatirlos, otros, seguro que os habéis visto en una situación parecida alguna vez, y los demás, los gilipollas, seguiréis diciendo gilipolleces. A mí, básicamente, me la suda lo que penséis todos. Todos menos mis amigos. Y como lo que piensan mis amigos me importa, no he podido evitar, en estos días pasados, acalorarme demasiado hablando con ellos del dichoso temita, de la dichosa Ley Antitabaco. A todos mis amigos los considero bastante razonables y, por eso, no me entra en la cabeza cómo es posible que no se den cuenta de que no hablan ellos sino su adicción a ese vicio asqueroso. 



Aunque ya haya dicho lo que pienso del tema en la primera entrada del blog, voy a volver a entrar al trapo. "Es absurdo que se intente defender lo indefendible" como muy bien decía Santiago Segura. No voy a enumeraros la cantidad de sandeces que he oído al respecto de los detractores. Y tampoco voy a ponerme a enumerar los motivos por los que nadie debería estar en contra de esta nueva ley porque me parecen demasiado obvios. De verdad creo que es de sentido común. Es más, estoy segura de que con el paso del tiempo esto se convertirá en lo mismo que debió ocurrir en su momento con lo de fumar en los aviones o los autobuses. Con todo lo joven que soy (¡una niña!), recuerdo que antes se podía fumar en las últimas filas y, ahora, a todos nos parece una locura, una cosa de otro planeta.


Aviso. Al próximo que vuelva a oírle que se están pisoteando los derechos de los fumadores no sé qué le hago. ¿Sus derechos? ¿Y los de los demás? ¿Cuándo se ha respetado a los no fumadores? Nunca, y eso se lo puedo garantizar yo. ¿Por qué? Porque yo también hice el tonto durante un tiempo con el tabaco y sé de sobra que el fumador, con el tema del tabaco, es un impresentable. Cuando me terminaba el cigarrito en la calle lo tiraba al suelo. Fumaba en las filas mientras esperaba al autobús o a la entrada del cine y un largo etcétera. Y cuando lo hacía no era consciente de lo asqueroso y molesto que era, que es, para los que tienes cerca. Pero es que no sólo es eso. Es que también he fumado en bares con niños y no fumadores bien cerquita. Y no es que no me haya importado, es que ni me lo planteaba, el cigarro era una extensión de mi cuerpo y ésta es la parte asquerosa. Todas estas cosas también las hacen los demás fumadores, los que aprecio y los que no. Y que nadie me salga con lo de las zonas de no fumadores, ¿o me van a decir ahora que yo he sido la única persona en todo el país que ha estado en restaurantes con zonas de fumadores y no fumadores separadas por una pared invisible?

El colmo de la soberbia de los fumadores, de todos ellos, incluido el mío, por eso decía lo de hacer el tonto, es el de quien, después de hablar de esto, dice cosas como, por ejemplo, "Ahora no voy a dejar de fumar ni de coña" o "Hablando del tema me dan ganas de sacar un cigarrito". Hijo, pues peor para ti. ¿No te das cuenta de que el único perjudicado a partir de ahora vas a ser tú? Tú, tu salud y tu bolsillo, porque gracias a la Ley Antitabaco los demás ya no vamos a tener que aguantarte.

lunes, 10 de enero de 2011

Feliz vuelta a clase

La vuelta al colegio después de las vacaciones de navidad siempre es muy emocionante.  Recuerdo cómo cuando era pequeña me iba a la cama la noche anterior con muchas ganas de ver a mis amigas de cole y cómo, a la mañana siguiente, saltaba de la cama sin que nadie me tuviera que despertar. Eran, todo hay que decirlo, raras las veces: los días que había excursión y no había clase o el mismo día de Reyes. Abrías un ojo antes incluso de que sonara el despertador, y comenzabas la rutina de las tres Des: desayuno-ducha-dientes, con un entusiasmo nada habitual a esas horas de la mañana. Un entusiasmo que desaparecía, en mi caso, en un abrir y cerrar de libros, porque al día siguiente ya no quería ir a clase, pero esa es otra historia...

Estábamos en el primer día de clase después de las vacaciones. El día en el que todos los niños han de llevar algo que les hayan dejado los Reyes Magos, para enseñarlo, compartirlo, estrenarlo y, ¿por qué no?, presumir un poco. A veces ese algo era un estuche, otras una mochila, unas botas o un abrigo, daba igual lo que fuera pero era una especie de código. Una prueba de fuego para el objeto en cuestión, si no causaba furor en ese primer día quedaría relegado al último rincón del armario y no volvería a ser usado nunca. Yo tuve uno de esos algos. Era una mochila azul metalizada que bajo los focos de la tienda me pareció preciosa y a la luz del día no había forma de colgársela a la espalda. Creo recordar que no llegó ni a salir de casa, la pobre. La he estado buscando para subir una foto pero debió pasar a mejor vida. Ni siquiera por Internet he encontrado alguna parecida, al menos no tan horrible. Pero si que conservo una cartera de la tiernisísima infancia con mucho cariño, una cartera que me trajeron los Reyes Magos desde París y que sigue siendo igual de bonita que entonces.


Hoy ha sido mi vuelta al cole, mi primer día de clase después de las "vacaciones" y, aunque he estado tentada de llevar mi cartera de Babar, mis padres me han hecho entrar en razón y la he dejado en casa. Y como hay que estrenar algo, he estrenado mis nuevos calcetines de Lorpen, porque hace tanto frío en clase que, tanto los profesores como los alumnos, vamos forrados como cebollas. ¡Hemos llegado a dar clase hasta con bufanda y guantes!

sábado, 1 de enero de 2011

Nuevas pasiones

Hay muchas frases celebres que repetimos y recordamos, imagino que por lo que nos hacen sentir. A mí las que más cosas me hacen sentir son las frases de los que comparten esta pasión, tan nueva para mí, y de la que aún me queda todo por aprender: Las Montañas, así con mayúsculas. En La Historia Interminable se dice algo así como que las pasiones humanas no se pueden explicar, que se tienen o no se tienen. Seguro que se han dicho cosas sobre todas las pasiones que el hombre tiene. Pero las que tienen que ver con la Montaña son otra cosa, las de la gente que sabe, que conoce, que siente, que ha estado o que ha vivido en la montaña, para la montaña, no se pueden comparar con nada.

Lo que se siente en la montaña no lo puedo describir con palabras por dos motivos. Uno, porque no he pisado aún mucha montaña y, dos, porque no hace falta que venga yo a decir cuatro tonterías, a mí me basta con saber lo que provoca en mí y con poder leer lo que muchísimos alpinistas han escrito. O cosas escritas sobre ellos, porque de todas ellas hay muchísimas cosas que servirían como para que nadie más tuviera que decir nada más sobre el tema. En estos últimos meses lo he pensado con muchos libros (Bajo los cielos de Asia, Bájame una estrella, Cita con la cumbre y un largo etcétera) pero siempre llega uno nuevo que me hace volver a pensarlo.


Ávida de todo este tipo de literatura me paso el día buscando títulos nuevos a los que hincar el diente. Hace un par de meses, en uno de esos momentos de investigación, curioseando por la página de Desnivel, descubrí su nuevo premio anual, leí el pequeño adelanto y se me hizo la boca agua. En cuanto salió a la venta me hice con él y en un par de tardes, entre examen y examen, lo devoré degustando cada página. La mejor forma de que comprobéis de qué hablo es leyéndolo, no necesita de ninguna presentación. Además, el descubrimiento de Mi Montaña, ha ido acompañado del descubrimiento del blog de su autora Eider Elizegi, que consiguió engancharme enseguida con la entrada en el blog que justo publicó ese día. No contenta con el libro y el blog, buscando por Internet entrevistas que hubiera concedido, encontré una en la que le preguntaban cuál era su libro preferido de montaña y, claro, tuve que hacerme con él. Vamos, que ya me ha hecho una recomendación literaria sin ni siquiera ella saberlo. Y con esa recomendación, El Monte Análogo, he empezado el 2011. Espero coincidir con Eider algún día en una de sus montañas. 

Y como dice el equipo de producción de la película Pura Vida, nada de feliz año hoy. Mejor ¡feliz día!, ¡feliz mañana!, ¡felices todos los días!


 "Es preciso, para entender lo que viene ahora, volver a hacer con total buena fe los experimentos propuestos. Ello requiere cierta dosis de atención, paciencia y calma.

Seguía, pues, diciendo Sogol:
-1) Me visto para salir; 2) Salgo para ir a coger el tren; 3) Voy a coger el tren para ir a trabajar; 4) Voy a trabajar para ganarme la vida... Intente añadir un quinto eslabón y tengo la seguridad de que al menos uno de los tres primeros se le irá de la cabeza.

Hicimos el experimento y era un cálculo cierto; e, incluso, generoso en exceso.

-Tome otro tipo de encadenamiento. 1) El bulldog es un perro; 2) Los perros son mamíferos; 3) Los mamíferos son vertebrados; 4) Los vertebrados son animales... Y sigo: los animales son seres vivos. Pero resulta que ya se me ha olvidado el bulldog; y si recuerdo "bulldog" se me olvida "vertebrados"... En todas las secuencias de sucesión o de división lógicas se encontrará con el mismo fenómeno. Por eso confundimos constantemente el accidente con la sustancia, el efecto con la causa, el medio con el fin, nuestro barco con una residencia permanente, nuestro cuerpo o nuestro intelecto con uno mismo, y uno mismo con algo eterno."
El monte análogo de René Daumal