sábado, 1 de enero de 2011

Nuevas pasiones

Hay muchas frases celebres que repetimos y recordamos, imagino que por lo que nos hacen sentir. A mí las que más cosas me hacen sentir son las frases de los que comparten esta pasión, tan nueva para mí, y de la que aún me queda todo por aprender: Las Montañas, así con mayúsculas. En La Historia Interminable se dice algo así como que las pasiones humanas no se pueden explicar, que se tienen o no se tienen. Seguro que se han dicho cosas sobre todas las pasiones que el hombre tiene. Pero las que tienen que ver con la Montaña son otra cosa, las de la gente que sabe, que conoce, que siente, que ha estado o que ha vivido en la montaña, para la montaña, no se pueden comparar con nada.

Lo que se siente en la montaña no lo puedo describir con palabras por dos motivos. Uno, porque no he pisado aún mucha montaña y, dos, porque no hace falta que venga yo a decir cuatro tonterías, a mí me basta con saber lo que provoca en mí y con poder leer lo que muchísimos alpinistas han escrito. O cosas escritas sobre ellos, porque de todas ellas hay muchísimas cosas que servirían como para que nadie más tuviera que decir nada más sobre el tema. En estos últimos meses lo he pensado con muchos libros (Bajo los cielos de Asia, Bájame una estrella, Cita con la cumbre y un largo etcétera) pero siempre llega uno nuevo que me hace volver a pensarlo.


Ávida de todo este tipo de literatura me paso el día buscando títulos nuevos a los que hincar el diente. Hace un par de meses, en uno de esos momentos de investigación, curioseando por la página de Desnivel, descubrí su nuevo premio anual, leí el pequeño adelanto y se me hizo la boca agua. En cuanto salió a la venta me hice con él y en un par de tardes, entre examen y examen, lo devoré degustando cada página. La mejor forma de que comprobéis de qué hablo es leyéndolo, no necesita de ninguna presentación. Además, el descubrimiento de Mi Montaña, ha ido acompañado del descubrimiento del blog de su autora Eider Elizegi, que consiguió engancharme enseguida con la entrada en el blog que justo publicó ese día. No contenta con el libro y el blog, buscando por Internet entrevistas que hubiera concedido, encontré una en la que le preguntaban cuál era su libro preferido de montaña y, claro, tuve que hacerme con él. Vamos, que ya me ha hecho una recomendación literaria sin ni siquiera ella saberlo. Y con esa recomendación, El Monte Análogo, he empezado el 2011. Espero coincidir con Eider algún día en una de sus montañas. 

Y como dice el equipo de producción de la película Pura Vida, nada de feliz año hoy. Mejor ¡feliz día!, ¡feliz mañana!, ¡felices todos los días!


 "Es preciso, para entender lo que viene ahora, volver a hacer con total buena fe los experimentos propuestos. Ello requiere cierta dosis de atención, paciencia y calma.

Seguía, pues, diciendo Sogol:
-1) Me visto para salir; 2) Salgo para ir a coger el tren; 3) Voy a coger el tren para ir a trabajar; 4) Voy a trabajar para ganarme la vida... Intente añadir un quinto eslabón y tengo la seguridad de que al menos uno de los tres primeros se le irá de la cabeza.

Hicimos el experimento y era un cálculo cierto; e, incluso, generoso en exceso.

-Tome otro tipo de encadenamiento. 1) El bulldog es un perro; 2) Los perros son mamíferos; 3) Los mamíferos son vertebrados; 4) Los vertebrados son animales... Y sigo: los animales son seres vivos. Pero resulta que ya se me ha olvidado el bulldog; y si recuerdo "bulldog" se me olvida "vertebrados"... En todas las secuencias de sucesión o de división lógicas se encontrará con el mismo fenómeno. Por eso confundimos constantemente el accidente con la sustancia, el efecto con la causa, el medio con el fin, nuestro barco con una residencia permanente, nuestro cuerpo o nuestro intelecto con uno mismo, y uno mismo con algo eterno."
El monte análogo de René Daumal



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