miércoles, 9 de mayo de 2012

Habitación en alquiler

  
No duermo desde el lunes. Bueno, he dormido algo, pero no como yo suelo, ocho horas del tirón. Me despierto cada tres horas, sudando y con pesadillas y la culpa de todo la tiene la “lengua española” asignatura de 6 créditos que abre el próximo día cuatro de junio los exámenes con un horario de 9 a 14. Sí, cinco horas de examen. 


Este cuatrimestre he tenido un examen semanal de latín y algún parcial de otras asignaturas, todos salvados sin demasiados problemas con la calificación, claro, porque en lo que respecta a mi salud es otra historia. Antes de empezarlos tiemblo, antes de entregarlos me pongo roja como un tomate y mientras los hago tengo unas ganas de vomitar constantes. Me quitan el sueño y creo que desde octubre he envejecido y estoy más ojerosa que nunca. Menos mal que los días se alargan y, de vuelta a casa, me dejan disfrutar de vistas como las de las fotos, ¡por fin es de día a la salida de clase! Hoy, además, el día ha acabado con una preciosa imagen que será un recuerdo imborrable de mis dos compañeras de clase, nuestra primera foto. A quien también recordaré con cariño es a mi hercúleo paraguas. El pobre no ha superado el mes de mayo, una ráfaga de viento le rompió un par de varillas y lo ha dejado a medio desgraciar. Por supuesto para lo que me queda aquí no pienso comprarme otro. Probablemente acabe el curso siendo un mango y nada más.

La posibilidad de volver a Madrid me trae de cabeza, los formularios de traslados y convalidaciones son incomprensibles y las respuestas de las secretarías son siempre confusas y un tanto desagradables, ¡malditos papeleos!
   

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