viernes, 26 de noviembre de 2010

El Show de la Estudiante

Hay unas semanas al año en las que el mundo real se convierte en ficción: es la época de los exámenes. Cuando vas a comprar el periódico, cuando vas a coger el autobús o al montarte en el metro, todo lo que te rodea parece un decorado. Muy bien hecho, eso sí, con sus casitas y sus callecitas, sus arbolitos, sus perritos (hasta sus cagaditas han puesto) y también extras interpretando sus personajes. Así que, claro, si hay personajes y decorados, si hay un guión y situaciones que desarrollar, alguien tiene que ser el protagonista. Y en este caso ¿quién va a ser el protagonista? El actor principal, el que primero va en el cartel que anuncia la función soy yo.

Fotograma de la película 'El Show de Truman'
El otro día, saliendo de clase y de camino a casa, ya que tenía que comer a toda prisa para salir pitando a otra clase, me paré en el quiosco para comprar el periódico y se me olvidó parte del guión. 

Dramatis personae
Estudiante (yo)
Quiosquero (otro)

Acto Primero
Quiosco de prensa de segundo orden en un pueblo de las afueras de la capital de provincia. En la izquierda, en primer término hay una puerta cerrada de una sola hoja, que comunica con la calle. En el centro, un mostrador. Detrás, el quiosquero. Alrededor, estanterías que sirven para organizar las revistas (ordenadas por temas) y los diarios. Por el suelo, aquí y allá, coleccionables de todos los tamaños y formas. En el techo, una lámpara. Sobre el mostrador, las promociones que regalan los periódicos.

(Al  levantarse el telón, el quiosquero está preparando el paquete de los sobrantes de la prensa del día anterior. Por la puerta entra una bellísima y jovencísima estudiante con aire despistado y de físico imponente. La estudiante lleva abrigo y bufanda y, en la mano, la cartera.)

Estudiante.- Buenos días
Quiosquero.- Buenos días

(La estudiante se dirige hacia el mueble donde se encuentran los periódicos y se agacha para coger El País, no coge el primero sino el tercero o el cuarto observando que esté en perfectas condiciones y preocupándose a su vez de no dejar descolocados los demás. Se dirige al  mostrador. Se planta ante él. Se queda mirando al quiosquero, éste la mira a ella. Transcurridos unos segundo,  la jovencísima y bellísima estudiante, sin mediar palabra,  pone sobre el mostrador el periódico, un cupón de suscripción al mismo, dos recortes de los cupones de días anteriores del coleccionable de los cuchillos y una moneda de dos euros. Cuando el quiosquero consigue dejar de estar obnubilado por la belleza de la estudiante mira todo lo que nuestra jovencísima estudiante ha puesto sobre el mostrador y dice.)

Quiosquero.- Me quieres decir que quieres el cuchillo de El País, ¿verdad?

(La estudiante se avergüenza y siente como si cayera al vacío, como Alicia al adentrarse en el País de las Maravillas, pero la estudiante cae directa al mundo real.) 

Estudiante.- Uy, sí, perdona, es que estoy en época de exámenes y a veces me fallan las neuronas. 

(El quiosquero ríe alegremente mientras fantasea con lo maravillosa que podía haber sido su vida si hubiera conocido a la joven cuando él aún lo era.)

Quiosquero.- No te preocupes, aquí tienes. Suerte con los exámenes.
Estudiante.- Gracias, hasta luego.

Como se puede ver, el amable quiosquero me ayudó haciendo de actor y de apuntador, me despertó de mi letargo egocéntrico y me ayudó a darme cuenta de que ni ficción, ni atrezzo, ni leches en vinagre, el mundo real no se para, ya puedes estar de exámenes, de bajón o eufórico que lo que pasa a nuestro alrededor (los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa que decía don Juan de Mairena) no te espera.

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